2 nov 2010

Aquí estoy, terror absoluto.

Cayó la noche sobre mi horizonte, así como caen los ángeles con las alas cortadas, y una inocente llovizna vino desde el cielo, como una bandada de flechas envenenadas a hacer morada en mi rostro. Sentí el viento frío, escuché atenta y en silencio, y supe que eras tú.
Tu, siempre tu. Quien se deleita echando sal en mis heridas, quien con sus botas empantanadas quiebra la esperanza de mis ojos lagrimeando entre mis manos, suplicando un segundo de piedad, rogando entre lágrimas de desespero, paz para mi alma. Eras tú, cubriendo tus ojos color de infierno, tu cara en matices de terror, esta vez frente a mí.
Dices que no merezco vivir, que no valgo la pena, que para ti es una insensatez que pueda siquiera respirar el mismo aire que tu. Pero aquí estoy, una vez más, levantando la cara del lodazal con la plena intención de hacer frente a tus malas intenciones, sin fuerza pero con valor, sin poder pero con voluntad. Aquí estoy, con las manos vacías, rompiendo tus cadenas, desafiando tu autoridad para que no vuelvas a dominar mi consciencia ni seas capaz de paralizar mis acciones.
Siento que me odias, y es cierto, haz hecho que me odie a mi misma por ser débil ante ti, por depender del todo de ti. Pero no más. Yo morí segundo a segundo, rindiéndome entre tus manos, pero he vuelto como un fénix para dar la pelea, y sé que no lo esperas, pero esta vez no peleo con la intención de perder.
Aquí estoy, terror absoluto.
Aquí estoy, miedo.
Aquí estoy, para que no vuelvas a ser un enemigo perfecto nunca más.

1 nov 2010

Un instante...


La vida pasa en un instante.
Lo que disfrutamos, la felicidad, no es más que un instante.
Si amo, si río o si muero, si escribo, si disparo o si leo. Si me gustas, si me amas o te amo.
Existo, soy y vivo en un instante, que es tan importante como la vida entera. Como lo que conoces y no valoras. Lo divino y efímero que haces real y pudres.